TREINTA AÑOS DESPUÉS

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El 10 de Agosto de 1979, después de soportar siete años de dictadura militar (primero la del Gral. Guillermo Rodríguez Lara y luego el Triunvirato), el país presenciaba emocionado desde  la entonces Cámara Nacional de Representantes -hoy Asamblea Nacional- la asunción al poder del Ab. Jaime Roldós Aguilera, en ese momento el gobernante más joven al que se le haya otorgado las riendas de la nación.

Bajo el triunfal lema La fuerza del cambio, Ecuador se abría al porvenir por los nuevos vientos que traía la presencia del joven mandatario. La ilusión y la confianza en el nuevo orden de cosas se hacía patente en todas las personas -inclusive quien suscribe, aún cuando en ese tiempo era sólo un niño-, dispuestas a enrumbar a la Patria chica hacia mejores horizontes.

Al poco tiempo -menos de 6 meses-, vinieron las primeras pugnas, precisamente desde el partido político que lo había aupado al poder... y en honor a la verdad debe decirse al respecto que pese a haber triunfado, muchos no habían aprendido a ganar, creyéndose en el derecho a hacer suyo "el botín", como si esta sufrida tierra mía fuese para ellos una herencia o un objeto al que tenían derecho a reclamar...

Y luego de eso -mejor dicho, con eso también- las componendas en el Congreso, la subida de los costos de artículos de primera necesidad (producto de que el Presidente tuvo que quitar los subsidios puestos por la última dictadura), las protestas populares subsiguientes, y para colmo de males, el conflicto armado del Cóndor con el Perú.

Admirado y aplaudido en el extranjero, pero criticado y ya severamente combatido casa adentro, el presidente Roldós afrontó la difícil tarea de enfrentar la agresión peruana durante casi 3 meses con los escasos medios económicos y bélicos que el país disponía, logrando con mucho sacrificio unir a la población, mantener "andando" al país y alcanzar una paz honorable.

Pero el mal ya estaba hecho y las cartas del destino ya estaban lanzadas...

El 24 de Mayo de 1981, tras haber conmemorado un aniversario más de la Batalla del Pichincha y rendido a la par homenaje a los bravos combatientes que defendieron los bastiones ecuatorianos de Paquisha, Machinaza y Mayaycu en la cancha del estadio olímpico Atahualpa de la Capital de la República, el presidente Roldós, su esposa Martha y demás miembros de su comitiva, se embarcaron en el jet presidencial que debía llevarlos a la provincia de Loja... el Presidente jamás llegó al aeropuerto de Celica, su punto de arribo.

Jaime Roldós Aguilera había hallado la muerte en una de las laderas del cerro Huayrapungo -"La puerta de los vientos"-, tan solo a 300 m de haber salvado su cima.

Ecuador, que con tanta esperanza había visto venir la nueva era democrática, perdía prontamente a su más fiel representante... luego de eso, la nada... tiempo perdido.

Han pasado tres décadas desde aquel trágico instante en que el sino segó una vida y cambió la historia de mi país. Para los hombres que ya pasamos los 40 años, volver la vista atrás y ver nuestras ilusiones rotas tras ese accidente, es causa de profunda tristeza.

En mi caso, fue la primera y última vez que admiré y seguí con pasión cuasi juvenil a un político, encantamiento sólo comparable al del primer amor. Luego de Roldós, lo que vino después incluso hasta estos días, ha sido motivo de mi perenne frustración como ciudadano.

Dicen que la diferencia entre ser niño y ser hombre radica en la pérdida de las ilusiones por este último. Si esto es verdad, entonces yo me volví hombre desde que La fuerza del cambio feneció hace treinta años...

Pero con todo eso, siento que desde algún remoto lugar de mi ser sigue correteando el niño que fui,  junto a la llama que jamás muere.

P.D.: mil disculpas a los blogueros y blogueras que siguen al Club y sus temas de cine, pero siento que tenía una deuda que había que saldarla.

Ya lo hice.