Mis queridos-as bloggeros-as del Ecuador y el mundo, buenas tardes desde la tropical Guayaquil.
Una invitación cordial para todos-as a seguir leyendo este su espacio de opinión y amistad. Un beso bien grande y los mejores deseos de este servidor para la bella Oskarina, una de nuestras lectoras allá en Sucre, República Bolivariana de Venezuela.
Les comento que en Ecuador estamos de feriado, el mismo que termina mañana. La "semana" laboral acá será cortísima -¡apenas dos días!- y nuevamente weekend...
Hoy estamos de conmemoración: es el Día de Difuntos. Entiendo que en la hermana México es hoy y mañana.
Día de Muertos... día para pensar en lo que hoy somos y ¿seremos? mañana. He puesto "seremos" entre interrogativas porque al hablar de la muerte hay que pensar necesariamente en el no-ser, en el no-existir. Al morir, desaparecemos del mundo físico.
¿Podemos tomar como consuelo para nos y nuestra preocupación por la trascendencia de nuestro paso por aquí acaso el recuerdo que dejamos en los demás, las amistades que cultivamos, los libros que escribimos o leímos, las fotos que nos tomaron o las felices palabras -con sabor a sentencia- que quizá alguien atribuya a nuestra autoría?
En resumen, ¿qué tan muerto-a está quien muere? Y para el muerto o la muerta, ¿qué hay de nuevo, bueno o atractivo en las remotas tierras de las que nunca se vuelve? Sin duda debe ser increíble estar por allá, porque nadie quiere regresarse.
Esa es la parte filosófica pensada por la humanidad desde que a esta se le ocurrió reflexionar sobre la parca y sus incógnitas consecuencias. Reflexiones que caen en el saco de la nada, porque siempre culminamos con el signo de interrogación o la consabida "nadie sabe"...
Caminar es en síntesis lo que nos queda a los que aún no hemos salidos sorteados para el tour en la barca de Caronte. Caminar haciendo camino o caminar haciendo historia -para los importantes-. Caminar desde la mañana de nuestras vidas hasta cuando el sol llegue a su ocaso..
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Caminar hasta cuansdo no haya más camino.Hasta cuando el Supremo nos "baje el dedo".
Mi hijo me recordó esta mañana lo importante del día. Yo le contesté afirmativamente, agregando que a mis muertos los llevo en el corazón.
¡Ánimas benditas, ustedes -¿saben, intuyen?- que las quiero. Cuando me toque partir, si me esperan todas allá, tengo la impresión que habrá mucho de qué conversar... indefinidamente.
Un abrazo para todos y todas. Pórtense bien.
¡Hasta la próxima!
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