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LETRAS AL INICIO DE SEMANA
Anoche, junto a tu mamá y a tus hermanos, concurrimos a la celebración de las quince primaveras de nuestra querida "Chonchis", tu prima.
Antes de salir de casa, notaba en ti una expectación grande, un deseo inmediato de estar allí; pero cuando llegamos, sentí en ti melancolía y tristeza...
Tratabas de disimular tu estado de ánimo. Decías que estabas aburrida... o que tenías frío.
Ni lo uno ni lo otro, mi pequeña. Te conozco bien.
Te sentías insignificante, olvidada... ¡y claro, cómo no sentirse así! Me pongo en tus zapatos: Chonchis celebrada -como debe ser para ella y para todas las niñas que llegan a ese momento dorado- en un gran salón, rodeada de sus padres, familiares y amigos-as, con profusión de sorpresas, fotos, canciones y vídeos...
Tú, mi niña, el día que cumpliste tus quince, sólo con nosotros, tus padres y hermanos, con una tortita y un pequeño presente, sin más fotografías que las de nuestra propia cámara.
Cómo olvidarlo... ni tú ni yo.
¡Oh, mi pequeña! No fuiste la única persona que se sintió miserable...
Sentado alrededor de la mesa que nos asignaron, yo también sentí, restregándose en mi cara, la verdad de lo que ha sido mi vida: siempre limitado económicamente, viendo pasar de lejos las satisfacciones que otros sí pueden darle a los suyos, disfrazando mi impotencia con frases consuelo o la consabida "algún día".
¿Sabes, princesa mía? Más de una vez me he sentido un losser...
...Y he llorado a solas, viendo los días pasar con su carga de lo mismo, pero soñando algo distinto.
Mas, no quiero que mis quejas y lamentos te detengan, pues hoy te digo que no pienso darme por vencido.
Lucharé, hija mía, por ti y por todos los que quiero. Lucharé por tus sueños y por todos los anhelos no cumplidos. Lucharé por el tiempo perdido, y aunque no logre jamás que este vuelva, trataré que la vida me pague todo aquello que no me dio hasta hoy, pero con intereses.
Quiero que sepas, hija de mi corazón, que aunque no cumples hoy quince años, para mí todos los días los cumplirás... ¿Sabes por qué? Porque cuando Dios me permita triunfar, te los celebraré aunque tengas veinte.
Hija mía, tómame como un modelo al que debes tratar de no imitar...
¡Por favor, supérame! Déjame lejos en cuanto a logros, a metas cumplidas. Sé más que yo, mucho, mucho más.
Lo bueno que tu padre pueda tener, guárdalo en tu mochila imaginaria, atesóralo y úsalo cuando creas o debas que tienes que usarlo.
Forja tu vida con grandeza y trata de que aquella sea feliz.
Que sean tus quince el punto de partida de aquello que tú y yo deseamos alcanzar.
¡Felices quince, mi niña!
Tu papi.
P.d.: ¡Felices primaveras, niñas del mundo!
chicade15.com
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