Club de la fantasía, el blog de la amistad más leído en el mundo.
Queridos, as lectores,as:
He querido en esta entrada ofrecer un modesto homenaje a quien fuera mi colega y amigo de tantos años, el licenciado Jorge Noblecilla Córdova, cuyo inesperado deceso ocurrió el día martes de esta semana.
Para el efecto, reproduciré en las siguientes líneas el texto que escribí en el facebook de Ex-Alumnas del Colegio La Dolorosa, y lo hago porque creo que las palabras que constan allí son fidedignas a mis sentimientos, de antes y ahora.
En esta ocasión no diré "Espero que les guste"... sólo anhelo que comprendan la admiración, el cariño y el dolor que siento por el dilecto amigo que partió.
Un abrazo para todos,as. Cuídense mucho.
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Mis queridas exalumnas, mis niñas de siempre, buen día a todas: conocí al licenciado Noblecilla en el año lectivo 1995-1996, cuando ingresé a laborar como profesor de Estudios Sociales y Cívica en nuestro querido Plantel. Tenía entonces 26 años.
Lo que de entrada me impresionó de Jorge fue su sencillez, naturalidad y ese poderoso "imán" para atraerse el cariño de sus alumnas a través de detalles tan pequeños como su jocosidad en los cambios de hora y los juegos de voleibol en los recreos... ¡y quién creyera, esos detalles nimios qué grandes resultaron ser!, pues tras ellos no estaba la figura jerárquica del catedrático, sino la de un padre de familia más, pero de uno lleno de amor y comprensión.
En el ejercicio de la cátedra, Jorge fue exigente; con las autoridades -y aún con sus compañeros-, crítico; pero en todos los casos, siempre leal... ¿Debilidades, imperfecciones? Pues sí, las tuvo y quizá muchas, pero indudablemente estas siempre fueron opacadas por su innegable don de gentes y valía como ser humano.
En los naturales recesos que concedía nuestro trabajo, durante o después de cada junta de curso, siempre dialogábamos -y mucho, vale decir-, y debo confesar que en muchas de las cosas que me advirtió sobre el aspecto profesional y aún sobre mi vida personal, lamentablemente se cumplieron... bueno, eso ya es "harina de otro costal".
Queridas niñas de ayer, hoy mujeres de provecho y de bien: como todas ustedes, lamento muy profundamente la inesperada partida hacia la Verdad Eterna de nuestro Jorge. Y digo "nuestro" porque quienes lo conocimos lo convertimos desde hace rato en un predilecto patrimonio personal.
(Jorge, si tienes el interés desde allá de verme y de leer estas palabras en tu honor, por favor perdóname por no haberte acompañado en tu adiós a este mundo... espero disculparme personalmente contigo allá, cuando me toque partir).
¡Hasta pronto, Jorge Noblecilla! Que disfrutes del merecido premio que la Eternidad reserva para las personas buenas, como lo fuiste tú.
Lo que de entrada me impresionó de Jorge fue su sencillez, naturalidad y ese poderoso "imán" para atraerse el cariño de sus alumnas a través de detalles tan pequeños como su jocosidad en los cambios de hora y los juegos de voleibol en los recreos... ¡y quién creyera, esos detalles nimios qué grandes resultaron ser!, pues tras ellos no estaba la figura jerárquica del catedrático, sino la de un padre de familia más, pero de uno lleno de amor y comprensión.
En el ejercicio de la cátedra, Jorge fue exigente; con las autoridades -y aún con sus compañeros-, crítico; pero en todos los casos, siempre leal... ¿Debilidades, imperfecciones? Pues sí, las tuvo y quizá muchas, pero indudablemente estas siempre fueron opacadas por su innegable don de gentes y valía como ser humano.
En los naturales recesos que concedía nuestro trabajo, durante o después de cada junta de curso, siempre dialogábamos -y mucho, vale decir-, y debo confesar que en muchas de las cosas que me advirtió sobre el aspecto profesional y aún sobre mi vida personal, lamentablemente se cumplieron... bueno, eso ya es "harina de otro costal".
Queridas niñas de ayer, hoy mujeres de provecho y de bien: como todas ustedes, lamento muy profundamente la inesperada partida hacia la Verdad Eterna de nuestro Jorge. Y digo "nuestro" porque quienes lo conocimos lo convertimos desde hace rato en un predilecto patrimonio personal.
(Jorge, si tienes el interés desde allá de verme y de leer estas palabras en tu honor, por favor perdóname por no haberte acompañado en tu adiós a este mundo... espero disculparme personalmente contigo allá, cuando me toque partir).
¡Hasta pronto, Jorge Noblecilla! Que disfrutes del merecido premio que la Eternidad reserva para las personas buenas, como lo fuiste tú.